Dr. J.R. Román | Tus creencias crean tu destino.

Tenemos almacenados miles de horas vividas en nuestro cerebro, donde podemos recordar a nuestra familia, los valores de cómo nos criaron, nuestra escuela, los amigos, las experiencias positivas y las negativas. Esto genera unas creencias que filtran nuestros valores. Producimos 60 mil pensamientos diariamente y cada pensamiento puede utilizar hasta 9 voltios de energía. Esto hace que nuestro celebro utilice un 20% de toda la energía que usas diariamente. Es importante que recuerdes que el 90% de los pensamientos que generas diariamente son repetitivos. Lo que hace que estemos en automático, repitiendo las mismas, experiencias, estados emocionales y estados de ánimo.

Tus creencias generan una actitud. Tu actitud produce un comportamiento. Es la interpretación que le estas dando a tu vida. Hay un mensaje que dice: “No es lo que sucede es cómo interpreta lo que está sucediendo”. Puede estar lloviendo en este momento y haber tres interpretaciones distintas: Te puede dar alegría que esté lloviendo, Te puede dar tristeza porque está lloviendo o te puede dar lo mismo.

el problema no es el aguacero es tu interpretación al aguacero.

Pregúntate: ¿Cuáles son las creencias que te han impedido convertirte en la persona que aspira ser?, ¿Cuáles son las creencias que te han impedido alcanzar las metas y los sueños que aspira? Estoy convencido de que para producir cambios profundos tenemos que cambiar las creencias. Tenemos que enseñarles a las personas que nosotros podemos cambiar, y podemos cambiar los pensamientos, que son los que dirigen nuestro comportamiento y nuestros resultados.

Te invito a que sustituya las creencias negativas esas que no te han dejado crecer. A que cambies los pensamientos negativos por pensamientos positivos. Recuerda que por cada minuto negativo que pases necesitas 11 minutos positivos para volver a la normalidad.

Muchas veces nos quedamos conectados con las experiencias desagradables y estos se convierten en virus mentales que contaminan tu vida y la de las personas que te rodean. Enfócate en tus fortalezas. Pregúntate: ¿Qué puedes aprender de esa adversidad?, ¿Qué tienes que hacer para cambiar lo negativo?, ¿Quién te puede ayudar a avanzar?, ¿Qué es lo más malo que te puede pasar si esto no se resuelve? ¿Te va a costar la vida, el matrimonio, el trabajo? Si no es así quítale la fuerza a ese virus. Tus pensamientos son repetitivos y crean un comportamiento y producen un hábito. La repetición de tus hábitos refuerza tu conducta. Revisa cuáles son los hábitos que te acercan a tus metas y cuáles son los que te alejan.

Enfócate en tus prioridades. ¿Cuál es tu prioridad hoy? ¿Qué es importante, Vital o Urgente hoy? Cuando tienes un propósito claramente definido esto alimenta tu visión y tu visión hace que te enfoque en tus prioridades. Recuerda la visión tiene que ser más grande que tus errores, que tus fracasos del pasado, que tus heridas emocionales. Es lo que levanta tu espíritu para seguir adelante sin importar la adversidad. Cuando tu visión es clara se fortalece tu confianza. La confianza viene cuando tiene una referencia, una creencia, una experiencia, tienes el conocimiento y esto genera tu convicción. Es importante alinear tu confianza con tus conocimientos. Cuando lo haces puedes tomar la iniciativa y actúa con la confianza que sabes para dónde vas, qué quieres alcanzar y para qué lo vas a hacer. Esto te ayudará a desarrollar un sentido de realización. Creando un espíritu de esperanza, donde te confirma que vas por el camino correcto. Esto protege tu integridad y honestidad porque tus palabras están en armonía con tu comportamiento.

Recuerda esto: Lo que piensas ejerce influencias sobre lo que escoges. Lo que escoges define lo que eres. Lo que eres atrae lo que tienes. Lo que tienes es un reflejo de lo que decidiste hacer con tu vida.

Tu eres el arquitecto y el diseñador de tu destino.

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